Asesinos Seriales
Jack el Destripador (Jack the Ripper)
 

Durante más de cien años, investigadores, detectives, policías y aficionados han tratado de establecer un perfil psicológico o indicio que ayude a determinar la personalidad e identidad, de quien quizás se ha convertido en el asesino en serie más conocido de la historia, "Jack el Destripador".

Su nombre evoca una silueta entre la niebla, con capa y sobrero negros que ataca a sus victimas y desaparece rápidamente de la escena de sus crímenes. No en vano se ha escrito cientos de libros, óperas y películas del más grande misterio sin resolver del Londres Victoriano.

En el año 1888, Whitechapel un distrito de pobreza y delincuencia de Londres, donde los callejones oscuros desembocaban en bares y burdeles miserables, en las calles algunas mujeres se ganaban la vida con la prostitución por algunos peniques. Fue allí, en el East End londinense, donde tuvo lugar el breve reinado de terror del temido descuartizador.

Las victimas

Su primer crimen oficial tuvo lugar en la madrugada del 31 de agosto de 1888, en el que se encontró un cuerpo sin vida que reflejaba dos golpes con arma blanca que le habían seccionado la tráquea y el esófago. El cuerpo, todavía caliente en partes, el examen más detallado en la sala de autopsias, descubre que también había sido brutalmente golpeada en la mandíbula inferior izquierda (posiblemente por una persona zurda), y que su abdomen había sido mutilado.

Por lo demás, el asesino no había dejado otras pistas tras de sí, ni testigos, ni el arma homicida.

Algunos días después, su padre y su ex marido identifican el cuerpo de una mujer de 42 años, prostituta, llamada Anne Mare Nichols y conocida como Polly. Polly había estado casada y tenía cinco niños, pero su adicción al alcohol había ocasionado el rompimiento de su matrimonio. Desde entonces, sola, había vivido de sus pobres ingresos de prostituta.

El 8 de septiembre de 1988 a las 6 de la mañana, en la calle del Mercado de Spitalfields fue hallado el cuerpo mutilado de Annie Chapman. Su intestino estaba en el suelo entre un gran charco de sangre y una profunda incisión cruzaba su cuello de lado a lado, no había señales de defensa por parte de la víctima, y cerca de su cadáver se encontró un pequeño pañuelo, un peine y un cepillo de dientes, que parecían haber sido colocados en un orden concreto por el asesino.

Annie Chapman era una mujer sin hogar propio que vivía en pensiones comunes cuando disponía de dinero, cuando no era así, se dedicaba a vagar por las calles en busca de clientes que le proporcionasen alguna moneda para bebida, refugio y alimento. Unos años antes estaba casada y con tres niños, pero todos murieron, eso la sumió en estado de depresión permanente.

Según el médico forense que examino el cadáver, el asesino había tomado a Annie por la barbilla y la había degollado por la espalda de izquierda a derecha, y por la fuerza empleada, posiblemente con la tentativa de decapitarla. Eso le había causado la muerte, el resto de las otras heridas infligidas y las mutilaciones abdominales habían sido realizadas post mortem: el abdomen había sido abierto para extraer la vagina, el útero y la vejiga, que no fueron hallados. Las incisiones eran limpias, como si se tratase del trabajo de un experto en anatomía, o por lo menos el de alguien con los conocimientos anatómicos y la habilidad suficiente para poder abrir el cuerpo y extraer los órganos con mucho cuidado de no dañar otras partes internas. El instrumento utilizado parecía ser un cuchillo estrecho con lámina fina y muy afilada, la clase de cuchillo que utilizaban los cirujanos.

Una señora de nombre Elizabeth Long que se dirigía al mercado esa mañana, pudo aportar un testimonio valioso: a las cinco y media de la madrugada había visto a un hombre conversando con una prostituta que identificó como Annie Chapman. Lamentablemente el hombre estaba de espaldas y no pudo ver su rostro, pero sí distinguió la silueta de un hombre de unos 40 años, elegante, que portaba un sombrero y un abrigo oscuros. La hora de la muerte se estimó entonces entre las cinco y media y las seis de la mañana, hora en la que fue descubierto el cadáver, lo que significaba que el asesino actuaba rápidamente y con gran precisión.

El 25 de septiembre, la Agencia Estatal de Noticias recibió una nota en tinta roja firmada por el propio Jack el Destripador cuyo contenido era:

"Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha cogido, pero en realidad todavía no me han pescado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a chillar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguito..."

Jack el Destripador, desde el Infierno.

A partir de entonces seguiría escribiendo cartas y poemas destinados al jefe de la policía londinense jactándose de su habilidad para escabullirse en la oscuridad de las calles y evitar ser atrapado por la multitud que le perseguía, o haciendo alarde de la perfección de sus crímenes y anticipando otros nuevos ataques, siempre seguro de sí mismo.

El domingo 30 de septiembre a la una de la mañana, se descubrió en la calle Berner, el cadáver de Elizabeth Stride, una joven prostituta de origen sueco que viajo a Inglaterra para ganarse la vida tras el fallecimiento de su marido y sus dos hijos en un accidente marítimo.

La mujer había pedido ayuda pero al llegar la policía la encontró en el suelo con la falda por el encima de las rodillas. Un forense llegó a la escena del crimen con su ayudante un cuarto de hora más tarde. Entre los dos detallaron sus conclusiones de la exploración:

"El cadáver yace sobre su lado izquierdo, su cara mira hacia la pared derecha. Sus piernas han sido separadas, y algunos miembros están todavía calientes. La mano derecha está abierta sobre el pecho y cubierta de sangre, y la izquierda está parcialmente cerrada sobre el suelo. El aspecto de la cara era bastante apacible, la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza sobre el lado izquierdo, 2 ½ pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula casi en línea recta, seccionando la tráquea completamente en dos, y terminándose sobre el lado contrario"

El asesino no se había ensañado en esta ocasión como en las anteriores. Posiblemente había sido interrumpido mientras la degollaba y hubiese huido antes de completar su ritual.

Esta vez, varios testigos declararon haberla visto momentos antes de su muerte acompañada por un hombre de unos treinta años con pelo y bigote negros, vestido con un abrigo negro y un sombrero alto, que portaba un bulto, como un maletín.

Mientras la policía se enfrentaba al hallazgo de este nuevo cadáver, a pocas calles allí un guarda nocturno descubría el cuerpo de otra víctima degollada. Su abdomen había sido abierto y los intestinos se encontraban en el suelo, además tenía varias heridas por todo el cuerpo. Los miembros estaban todavía calientes, la data de la muerte no debía ser de más de media hora desde el descubrimiento del cadáver.

No había otros indicios más que un escrito con tiza blanca sobre una pared que decía: "No hay porque culpar a los judíos", supuestamente obra del asesino. Antes de que la inscripción pudiese ser fotografiada, el Comisario de la Policía londinense Charles Warren ordenó que fuese borrada, según él porque se trataba de una falsa pista del criminal tratando de culpar a la comunidad judía, y si algún londinense lo leía, podía provocar una revuelta contra ellos.

La víctima era Kate Eddowes, quien como las demás, tenía por oficio el de la prostitución y como afición, la bebida. Sus padres habían muerto cuando ella era joven y a los 16 años se fue a vivir con un hombre, con quién tendría tres hijos. Los malos tratos por parte de éste obligaron a que se fuera de casa, y su adicción al alcohol la obligó a alquilar su cuerpo en las calles.

Como en las muertes de Polly Nichols y Annie Chapman, la garganta de Kate había sido degollada de izquierda a derecha, le habían seccionado el vientre y extraído algunos órganos, entre ellos uno de los riñones.

Después de los anteriores asesinatos, no ocurrió ningún otro durante un mes y las prostitutas regresaron a las calles más tranquilas. Pero, la paz duró poco, y el 9 de noviembre, otra mujer apareció salvajemente asesinada.

Se trataba de Mary Jane Kelly una atractiva joven de 21 años que se dedicaba a la prostitución, fue vista por última vez por George Hutchinson quien aseguró que la acompañaba un hombre de estatura media, bien vestido con sombrero de caza y bigote rubio.

Esa mañana, el arrendador subió a la habitación de Mary que alquilaba de la calle Miller´s Court 13, para cobrar el alquiler mensual, pero nadie contestó a su llamada. Decidió abrir la puerta horrorizándose por lo que descubrió. Su cadáver se encontraba sobre la cama, boca abajo, desnuda, con las orejas, la nariz y senos mutilados, así como la arteria carótida seccionada.

La ferocidad de este asesinato asombró a los cirujanos veteranos de la policía. El médico forense necesitó varias páginas para redactar el informe de las lesiones y órganos extraídos. Sin duda era el crimen más violento de Jack el Destripador.

Este asesinato creo un absoluto caos en el barrio, ocasionando esporádicos episodios de violencia entre la muchedumbre. La policía detuvo a todo sospechoso e interrogo fondo pero si algún resultado.

A partir de este ultimo asesinato se detuvieron las cartas y crímenes de Jack el Destripador y nunca mas se volvió a saber de el. Parecía que había terminado su periodo de terror y el caso fue cerrado en 1892, cuando se retiro el inspector encargado.

Se sospecha que pudieron ser de su obra, dos asesinatos que no fueron tan publicitados, ocurridos antes de su primer crimen oficial. El lunes 6 de agosto se encontró el cadáver de Marta Tabram, una prostituta de 39 años, había sido hallada muerta con 39 puñaladas; y algunos meses antes, Emma Smith, una prostituta 45 años, había sido agredida salvajemente en la cabeza y le habían introducido un objeto en la vagina. Dichos asesinatos no eran tan ritualistas y los golpes así como las puñaladas eran más simples.

Hubo gente que aseguró que Jack el destripador era un famoso médico que vengaba la muerte de su hijo, quien había contraído una enfermedad con prostitutas o James Maybrick un integrante de la alta sociedad, alguien que por mucho que hiciese nunca podría llegar a ser condenado e incluso se dijo que el asesino podía ser algún miembro de la familia real, concretamente Edward, el duque de Clarence, hijo del rey Eduardo VII que murió a los 28 años, curiosamente poco después de los asesinatos.

Lo cierto es que a pesar de los testimonios y las numerosas pruebas, la verdadera identidad de Jack el destripador, sigue envuelta en el más oscuro de los misterios.