Yo los conozco.
Los he visto muchas veces.
Son raros.
Salen temprano y se enfundan sus monos, arrancan su moto 5 minutos antes de salir...
Están locos.
En verano salen con todo el calor, transpiran, se deshidratan ... sólo para disfrutar de la ruta.
En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje. Ruedan empapados, cuando no por la lluvia, por el sudor.
Yo los he visto.
Pasan rápido curveando, despacio al ver un radar, serpentean carreteras llenas de curvas, ruedan por el asfalto de una carretera perdida, cruzan puentes, pueblos perdidos...
Escuchan música que acompaña el ritmo de sus golpes de gas, escuchan el ruido de sus escapes, notan como se les acelera el pulso en cada frenada no prevista, les da el olor a gasolina quemada del que va delante y aflojan cuando pasan frente a la gente sobre todo de los peques.
Yo los he visto.
No están bien de la cabeza.
Miden su tiempo y el de los demás, una y otra vez. Tratan de ganarle a alguien, sólo ellos lo saben.
Para una rodada, empiezan a prepararla la semana anterior, por la mañana se levantan como niños en día de Reyes. Han preparado la ropa , la garrafa de gasolina, los caballetes, calentadores...deseando emprender la marcha a la ruta.
El día de antes cenan temprano para dormir más tiempo pero a lo largo de la noche se levantan varias veces sobresaltados pensando que ya es la hora...
Nunca pude calcularles la edad pero tendrán entre 18 y 75 años.
Son hombres y mujeres.
No están bien.
Se apuntan a rodadas de cien u ochocientos kilómetros y antes de empezar saben que la disfrutarán allá donde vayan a veces a ritmo (normal) y otras a puño atrancado.
Estrenan nervios en cada salida, unos minutos antes necesitan ir al baño.
Ajustan su reloj y tratan de ubicar.
Superar sus barreras será suficiente para llegada la noche dormir con una enorme sonrisa.
Disfrutan cuando pasan a otro por el exterior... pero lo incitan con la mano a que les siga...
Se quejan de que el sol los ciega o de la lluvia que no los deja ver.
Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un bar o el resguardo de un puente.
Cuando otro les pasa tienen todas las excusas preparadas para cuando lleguen al punto: el viento en contra, las gomas lisas, el asfalto frío, los excesos de las noches anteriores, tráfico lento de los que salieron delante y no los dejó pasar...
A medida que avanzan en la ruta sufren más y más por pasar al que lleva su mismo ritmo , la cara se les desfigura, el sudor corre por sus cascos y unos kilómetros antes de llegar al bar comienzan a preguntarse "como anda el hiopuuutaaa".
Yo los conozco, están locos.
Cuando llegan , disfrutan de haber llegado antes que su colega y juntos esperan a los más lentos y cuando llegan les dicen: "Vas bien"?.
Yo los conozco bien.
Apenas llegan toman agua, se mojan la cabeza , se sientan en el bar a reponerse pero se levantan enseguida para saludar a los que llegaron después.
Los he visto muchas veces.
Están mal de la cabeza.
Miran con cariño y sin lástima al que llega 2 minutos después, respetan al último y al penúltimo porque todos son respetados.
Se agrupan y comparten con esa segunda familia.
Sufren caídas, se lastiman, descansan, se recuperan y se vuelven a subir en su moto. Dicen que las heridas sanan, el dolor desaparece, pero que la gloria vive para siempre, debe ser por eso que están locos.
Nunca se acuerdan como empezaron, pero se preocupan por invitar a otros, se creen descubridores de un gran secreto al que sólo tienen acceso los que siguen sus huellas por la carretera.
Me parece que quieren ganarle a la muerte.
Ellos dicen que quieren ganarle a la vida.
Una cosa es cierta, están completamente locos y sólo ellos y los que se atreven a seguirlos son capaces de disfrutar de esta locura como lo hacen ellos.
El mundo sería otro sí hubiera más locos así.
Están locos.

Yo los conozco bien...

FORMO PARTE DE ELLOS!

Autor: Desconocido